Como Hacer Amigos E Influenciar
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작성자 Shenna 작성일24-11-14 07:22 조회2회 댓글0건관련링크
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See more reviews. Archivado desde el original el 19 de agosto de Porque "el gran objetivo de la educación -dijo Herbert Spencer- no es el conocimiento, sino la acción". Upload book purchases, access your personalized book recommendations, and more from here.
Porque sólo piensan en lo que ellos quieren. Quien no puede, marcha solo por el camino". Enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes la dan. La lista final tenía miles y miles de nombres; y a cada persona de esta lista Farley rindió el sutil agasajo de enviarle una carta personal. Me enseñaron una lección que espero no olvidar. Estos premios le daban un sentido de importancia.
Reviews with images. El efecto de una sonrisa es poderoso Added to Cart. Su "sonrisa" es transmitida, por la voz, al interlocutor. Cuando nos mostramos auténticamente interesados en las vidas, opiniones y necesidades de las personas que nos rodean, les transmitimos un mensaje claro de que nos importan y valoramos su presencia.
Cómo ganar amigos e influir sobre las personas - Wikipedia, la enciclopedia libre
Es simple: alentando a las personas a hablar de sí mismas. Dejando que el interlocutor hable sin interrumpirlo. A veces, todo lo que una persona quiere es un oyente amigo, comprensivo, ante quien sacar sus ideas.
Eso es, frecuentemente, lo que quiere el cliente irritado, el empleado insatisfecho o el amigo disgustado. Solemos pensar que ser un buen conversador es tener temas de conversación, pero en realidad es hablar de lo que le interesa al otro.
Hablar en términos de los intereses de la otra persona es beneficioso para ambas partes. Así que si vas a hacer una petición, hazla en términos de lo que le interesa a la otra persona, no a ti. Piensa qué hay en la otra persona que se pueda admirar sincera y honradamente… Y no esperes nada a cambio.
El impulso de ser importantes es lo que nos diferencia de los animales. El impulso que ha dado origen a la civilización misma. Aunque pueda llegar a parecer algo insignificante, decirle algo bueno y sincero a alguien puede alegrarle el día, y a veces, hasta cambiarle la perspectiva que tiene sobre sí mismo.
Si notas que a alguien le hace falta una sonrisa en el rostro, entonces pónsela con un elogio sincero. El autor considera que no es posible ganar una discusión porque:. Primero, escucha. Dale al oponente la oportunidad de hablar y déjalo terminar. Trata de construir puentes de comprensión. Sé honesto u honesta. Agradece sinceramente a tus oponentes por su interés y por expresar su sentir.
Y finalmente, es importante que propongas la acción o resolución del problema de modo que ambos bandos tengan tiempo de repensar el problema. Capítulos y puntos principales [ editar ]. Técnicas fundamentales para tratar con la gente [ editar ].
Doce formas de ganar personas a su modo de pensar [ editar ]. Sea un líder: cómo cambiar a las personas sin ofender o despertar resentimiento [ editar ]. Resumen de Stoner de John Williams Leer. Resumen de Subir a respirar de Orwell Leer. Resumen de La Hermandad de la Uva Leer. Suscríbete a nuestra Newsletter Recibe de forma semanal los mejores resumenes en tu bandeja de entrada.
Thank you! Yo sucumbí una vez a la moda del ayuno y pasé seis días y sus noches sin comer. No fue difícil. Tenía menos hambre al fin del sexto día que al fin del segundo. Cuando Alfred Lunt, uno de los grandes actores de su época, desempeñó el papel principal en Reunión de Viena, declaró: "Nada hay que yo necesite tanto como alimento para mi propia estima". Alimentamos los cuerpos de nuestros hijos y amigos y empleados; pero muy raras veces alimentamos su propia estima.
Les damos carne y papas para que tengan energía; pero descuidamos darles amables palabras de aprecio que cantarían durante años en su recuerdo. Paul Harvey, en una de sus transmisiones radiales, El Resto de la Historia, cuenta cómo una apreciación sincera puede cambiar la vida de una persona. La naturaleza le había dado a Stevie un notable par de oídos, para compensar la ceguera de sus ojos. Pero ésta fue la primera ocasión en que Stevie sintió que se apreciaba la fineza de su oído.
Ahora, años después, dice que ese acto de aprecio fue el comienzo de una nueva vida. Ya he hecho la prueba. No da resultado, al menos con personas inteligentes". Es claro que la adulación no da resultados con la gente que discierne. Es algo hueco, egoísta y poco sincero.
Su empleo debe conducir al fracaso, y así ocurre generalmente. Aunque no faltan personas tan hambrientas, tan sedientas de que se les muestre aprecio, que tragan cualquier cosa, así como un hombre hambriento puede comer hierbas y lombrices. Hasta la Reina Victoria era susceptible a la adulación. El Primer Ministro Benjamín Disraeli confesó que cuando trataba con la Reina empleaba abundantemente esa adulación.
Era un genio. La adulación es falsa y, como el dinero falso, nos pone eventualmente en aprietos si queremos hacerla circular.
La diferencia entre la apreciación y la adulación es muy sencilla. Una es sincera y la otra no. Una procede del corazón; la otra sale de la boca. Una es altruista; la otra egoísta. Una despierta la admiración universal; la otra es universalmente condenada. Hace poco vi un busto del general Obregón en el palacio de Chapultepec, en México.
Teme a los amigos que te adulan". Lejos de ello. Hablo de una nueva forma de vivir. Permítaseme repetirlo. Eso es la adulación: elogio barato. Una vez leí una definición de la adulación que vale la pena reproducir: "Adular es decir a la otra persona lo que se piensa de uno mismo". Pero si dejamos de pensar en nosotros mismos por un rato y comenzamos a pensar en las buenas cualidades del prójimo, no tendremos que recurrir a la adulación, tan barata y tan falsa que se la conoce apenas sale de los labios.
Y lo que se aplica a profesionales se aplica doblemente a o breros en oficinas, negocios y talleres, y entre nuestras familias y amigos. En nuestras relaciones interpersonales nunca deberíamos olvidar que todos nuestros interlocutores son seres humanos, y como tales hambrientos de apreciación.
Es la ternura legal que disfrutan todas las almas. Trate de dejar un rastro de pequeñas chispas de gratitud en sus jornadas. Pamela Dunham, de New Fairfield, Connecticut, tenía entre las responsabilidades de su empleo la supervisión de un peón de limpieza que estaba haciendo un trabajo muy deficiente.
Los otros empleados se burlaban de este joven, y descuidaban especialmente la limpieza de las instalaciones para demostra r qué mal hacía su trabajo. Las cosas habían llegado a un punto en que había empezado a perderse tiempo productivo. Pamela probó varios modos de motivar a esta persona, sin éxito. Notó que en una ocasión hizo especialmente bien su trabajo.
Entonces lo elogió en presencia de otra gente. A partir de ahí el trabajo empezó a mejorar, y muy pronto el joven cumplía eficientemente con sus tareas. Hoy día hace un excelente trabajo, y recibe el aprecio y reconocimiento que merece. La apreciación honesta logró resultados allí donde la crítica y el ridículo habían fallado. Compilado por Lynne Harvey. Hay un viejo dicho que yo he escrito en una hoja y pegado en el espejo del baño, donde lo veo todos los días: "Pasaré una sola vez por aline faria lesbica este camino; de modo que cualquier bien que pueda hacer o cualquier cortesía que pueda tener para con cualquier ser humano, que sea ahora.
En ese sentido, aprendo de él". Dejemos de pensar en nuestras realizaciones y nuestras necesidades. Tratemos de pensar en las buenas cualidades de la otra persona.
Olvidemos entonces la adulación. Demos prueba de una apreciación honrada, sincera, de esas cualidades. Personalmente, me gustan sobremanera las fresas con crema; pero por alguna razón misteriosa los peces prefieren las lombrices.
Por eso, como cuando voy de pesca no pienso en lo que me gusta a mí, sino en lo que prefieren los peces, no cebo el anzuelo con fresas y crema.
Eso es infantil. Eso le interesa eternamente. Recuerde esa frase mañana, cuando trate de lograr que alguien haga algo. Si, por ejemplo, no quiere que su hijo fume, no le predique, y no hable de lo que usted quiere; muéstrele, en cambio, que los cigarrillos pueden impedirle formar parte del equipo deportivo del colegio, o ganar la carrera de cien metros. Es bueno recordar esto, ya sea que se trate con niños o con terneros o con monos. Por ejemplo: Ralph Waldo Emerson y su hijo trataron un día de meter un ternero en el establo.
Pero el tenero hacía co mo ellos: pensaba solamente en lo que quería; atiesó las patas, y se negó empecinadamente a salir del prado.
Una criada ir landesa vio la dificultad en que estaban sus amos. Pensó en lo que quería el ternero, puso un dedo maternal en la boca del ternero y lo dejó que chupara y chupara mientras lo conducía lentamente al establo. Todos los actos que ha realizado usted desde que nació se deben a que quería algo. No es una excepción a la regla. Hizo esa donación a la Cruz Roja porque quería prestar ayuda, porque quería realizar un acto hermoso, altruista, divino.
Es claro que puede haberla efectuado porque le avergonzaba negarse o porque un cliente le pidió que la hiciera. Pero lo cierto es que la hizo porque quería algo. El profesor Henry A.
Overstreet, en su ilustrativo libro Influenciando el comportamiento humano, di ce: "La acción surge de lo que deseamos fundamentalmente Quien puede hacerlo tiene al mundo entero consigo. Qu ien no puede, marcha solo por el camino". Para ilustrar: Su cuñada se hallaba preocupadísima por sus dos hijos, que estudiaban en Yale, pues tan ocupados estaban en sus cosas, que no escribían a casa y no prestaban atención a las frenéticas cartas de la madre.
Carnegie ofreció apostar cien dólares a que conseguiría una respuesta a vuelta de correo, sin pedirla siquiera. Alguien aceptó el reto. Carnegie escribió entonces a sus sobrinos una carta chacotona, en la que mencionaba como al pasar, en una posdata, el envío de cinco dólares para cada sobrino. Pero no adjuntó el dinero. A vuelta de correo llegaron respuestas que agradecían al "querido tío Andrew" su atenta carta y Otro ejemplo de persuasión proviene de Stan Novak, de Cleveland, Ohio, un participante de nuestro Curso.
Una noche Stan volvió a casa del trabajo encontró a su hijo menor, Tim, pataleando y gritando en el piso de la sala. Al día siguiente debía empezar el jardín de infantes, y ahora protestaba diciendo que no iría.
La reacción normal de Stan habría sido ordenarle al niño que fuera a su cuarto, y recomendarle que se hiciera a la idea de ir de todos modos. No le habría dejado alternativa. Después pasó a la acción. Al poco rato asomó Tim a espiar. A la mañana siguiente fui el primero en levantarme. Bajé y encontré a Tim profundamente dormido en el sillón de la sala. No quiero llegar tarde. En una época yo arrendaba el gran salón de baile de cierto hotel de Nueva York veinte noches por tempora da, a fin de realizar una serie de conferencias.
Al comenzar una temporada se me informó repentinamente que tendría que pagar casi el triple de alquiler. Esta noticia me llegó después de impresas y distribuidas las entradas, y hechos todos los anuncios. Sólo les interesaba lo que querían ellos. Si yo hubiera estado en su situación, es probable que habría escrito una carta similar. Su deber, como gerente del hotel, es realizar todos los bene ficios posibles.
Tomé entonces una hoja de papel, tracé una línea por el medio, y encabecé una columna con la palabra "Ven tajas" y la otra con "Desventajas". Bajo el título de "Ventajas" escribí estas palabras: "Salón de baile libre". En realidad, los van a perder del todo, porque no puedo pagar el alquiler que me piden.
Estas conferencias atraen multitudes de personas educadas y cultas. Lo cierto es que si gastaran ustedes cinco mil dólares en anuncios periodísticos no conseguirían atraer al hotel tanta gente como la que viene a estas conferencias. Al día siguiente recibí una carta en que se me informaba que mi alquiler aumentaría sólo en cincuenta por ciento en lugar del trescientos por ciento.
Recuérdese que obtuve esta reducción sin decir una palabra de lo que yo quería. Sencillamente, que habría comenzado una discusión, y ya se sabe cómo terminan las discusiones. Aunque yo hubiese convencido al gerente de su error, su orgullo habría hecho difícil que cediera. Es tan sencillo, tan evidente, que cualquiera debería apreciar a primera vista la verdad que encierra; sin em bargo el noventa por ciento de la gente de la tierra lo ignora el noventa por ciento de las veces.
Veamos esta carta, escrita por el jefe del departamento de radio de una agencia de publicidad que tiene sucursales en todo el continente. Esta carta fue enviada a los gerentes de esta ciones locales de radio en todo el país. Fulano: La compañía Tal desea conservar su posición como principal agencia publicitaria en el terreno radiotelefóni co. A mí me preocupan mis problemas. Llego esta mañana a la oficina, preocupado, abro mi correspondencia, y me encuentro con un señor engreído que desde Nueva York se dedica a cacarear sobre lo que desea su compañía.
Si se diera cuenta de la impresión que hace esta carta, abandonaría el ramo de publicidad y se dedicaría a criar ovejas. A mí no me interesa para nada que sean ustedes tan grandes como la General Motors y la General Electric y el estado mayor del ejército, todos juntos.
Toda esta charla sobre sus enormes triunfos me hace sentir pequeño y carente de importancia. No me interesa lo que desea usted, ni lo que desea el Presidente de los Estados Unidos. Escuche de una vez por todas: me interesa lo que yo deseo, y de eso no ha dicho una sola palabra en toda la carta.
Me hace sentir insignificante con toda esa referencia a su grandeza, y luego me pide que ponga a la compañía en la lista de preferencia, sin emplear siquiera una cortesía al pedirlo. Me envía usted una circular barata, una copia mimeografiada que se reparte por el país entero como las hojas de otoño, y tiene la osadía de pedirme, cuando estoy preocupado por la hipoteca y el jardín y mi presión, que me siente a dictar una nota personal en respuesta a su circular mimeografiada, y que la responda pronto.
Al fin, al fin empieza usted a ver mi punto de vista. Pero, de todos modos, no me explica cómo puede ser beneficioso para mí. Su seguro servidor, J. Gerente del Departamento de Radio. Un hombre dedicado a publicidad, culpable de perpetrar tantas tonterías como me ha enviado usted, debe de padecer algo en la médula oblongada.
Aquí hay otra carta, escrita por el superintendente de una gran estación ferroviaria de cargas a un estudiante de este curso, Sr. Edward Vermylen. Zerega's Sons, Inc. Muy señores nuestros: Las operaciones en nuestra estación receptora de fletes para afuera son dificultosas porque una am plia proporción del movimiento total se nos entrega muy avanzada la tarde.
Eso tiene por resultado congestiones, trabajo extraordinario para nuestro personal, retraso de los camiones y, en algunos casos, retraso del despacho de las consignaciones. El 10 de noviembre recibimos de esa compañía un lote de piezas , que llegó aquí a las Solicitamos su cooperación para impedir los efectos indeseables que surgen de la recepción tardía de consignaciones.
Su seguro servidor, J La carta comienza describiendo las dificultades de la estación, que, en general, no nos interesan. No perdamos tiempo hablando de nuestros problemas. Demos una muestra de la carta revisada. Vermylen: Su compañía es uno de nuestros buenos clientes desde hace catorce años. Naturalmente, agradecemos sobremanera ese patrocinio y ansiamos darle el servicio veloz y eficiente que merece.
Como resultado de ello, sus camiones quedan inevitablemente detenidos en la estación, y a veces hasta se retrasa el envío de las mercancías al interior. Esta es una grave dificultad. Haciendo sus entregas en la estación por la mañana cuando les sea posible. Cualquiera sea el momento en que lleguen sus envíos, haremos siempre todo lo posible por servirles con rapidez.
Sírvase no molestarse en contestar esta nota. Lo saluda atte. Usando los principios que había aprendido en nuestro curso, escribió la siguiente carta a doce bancos de Phoenix: Estimado señor: Mis diez años de experiencia bancaria podrían resultar de interés para un banco en crecimiento como el suyo. En mayo me trasladaré a Phoenix, y estoy segura de que si se me da la oportunidad podré contribuir al crecimiento de su institución. Autor Dale Carnegie.
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